De paseo, que es mi trabajo matutino ahora, me he dado
cuenta de que los videoclubs (tal vez lo más jóvenes no se acuerden pero había
más que moscas en verano) han sido sustituidos, ya no por tiendas de “chinos”
que por mi pueblo están cerrando algunos, sino por fruterías y casas de juego, ¡ni
os cuento!, creo que salimos a una por vecino de las dos clases de tiendas de
“fruta”
Y yo, filosofaba -cosa que
también hago mucho ahora-, sobre los cambios en los negocios, porque para
montar una cosa de estas, hace falta, primero permisos – aunque luego el
Ayuntamiento se lave las manos en el caso del juego - y luego ganar dinerito,
porque nadie trabaja por amor al arte, y la pregunta del millón ¿de dónde viene
la fruta?
Lo que hace no tener, por mi
parte, un trabajo fijo ¡anda qué!
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