Día a día

No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies. Robert Louis Stevenson

viernes, 27 de marzo de 2015

En la niebla



Aquella niebla que caía sobre los montes y los bosques, fría y densa, igualaba el mundo.

Los sonidos en esta niebla, se amortiguan, se hacen opacos, no van más allá de la propia niebla. Los bordes del paisaje se desdibujan y no parecen reales.

Me gusta la niebla. Pasear entre estas nubes bajas que hacen que el paisaje parezca una colcha recién tendida.

El ruido de las hojas muertas bajo las pisadas del paseante parece, a mis oídos, como si estuvieras volando, no hay norte ni sur, ni arriba ni abajo, solo la niebla.

El bosque se vuelve mágico, sus habitantes, quietos y serenos, te observan desde los matorrales, todo puede suceder, por un momento todos somos habitantes del mismo mundo.

Cuando la niebla empieza a ser opresora, cuando su frío te ha calado hasta los huesos y el cabello está empapado, cuando parece que te falta el aire, cuando comienza el miedo... un rayo de luz, tímido y blanco ha encontrado un hueco en ese colchón blanco.

La luz se abre camino, la niebla tiembla y se diluye, huye del fondo de los valles y de lo profundo del bosque. El sol vuelve a ganar la partida devolviéndole al entorno un aspecto fresco, frío y joven.

Pero por un momento, todo fue blanco.


1 comentario:

  1. Bonita forma que presentas la niebla posesionada del ambiente; segura de su reinado, cuando en realidad cede siempre al majestuoso rey. Abrazos mi amiga. H.

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