Día a día

No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies. Robert Louis Stevenson

miércoles, 1 de enero de 2014

Comenzando el año


Comienzo este año con una tradición, una costumbre que no se desde cuando se celebra en casa, me imagino que se compró la televisión , allá por los años 60.

El despertar del 1 de enero era, casi siempre, con un poquito de mal cuerpo, hay que reconocerlo. No estábamos acostumbrados a trasnochar, a comer comida tan rica y buena en esas cantidades. El ruido saliendo de la cocina, ya se estaba preparando la comida de Año Nuevo, por supuesto con todas esas sobras de la cena de fin de año. Una vez más la casa se llenaba de olores suculentos, magníficos; las mujeres de la familia reinventaban platos nuevos con toda aquella comida.

La televisión se ponía y comenzaba la tradición de ver la Santa Misa desde Roma – la abuela con un recogimiento inusual- el concierto de Año Nuevo desde Viena y los saltos de esquí desde donde aquel año tocará saltar.

De vez en cuando se abandonaba la cocina, al son de unos de los valses maravillosos y mi madre y tía Isabel, enlazadas, bailaban por aquel pequeño salón, arrancando risas en el abuelo, alguna sonrisa de la abuela y nuestras palmas y alegría infantil.

Era digno de verlas, con los mandiles y algún cucharon en la mano. Momentos de alegría, de despreocupación, de ganas de descubrir lo que nos depararía el año recién estrenado.

Y con esta tradición familiar evoco en este día a todas las personas buenas y maravillosas que me faltan, pero que están conmigo realizando los mismos pasos que me enseñaron en su día para que esto se convirtiera en una tradición, en una costumbre del recuerdo, de la añoranza, de la nostalgia…

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