La muerte no es nada. No cuenta. Sólo
me he ido a la habitación de al lado. Nada ha ocurrido. Todo sigue tal como
estaba. Yo soy yo y tú eres tú. Y la vida que vivimos juntos con tanto amor permanece
intacta, inmutable. Lo que fuimos el uno para el otro seguiremos siéndolo.
Llámame con el nombre de siempre. No cambies de tono. No adoptes un aire
solemne ni triste. Ríe como siempre reíamos de los chistes que nos gustaban a
los dos. Juega, sonríe, piensa en mí. Reza por mí. Deja que mi nombre sea esa
palabra amiga que siempre fue. Que sea pronunciado sin esfuerzo, sin que sobre
él se proyecte una sombra. La vida significa lo mismo que siempre significó.
Sigue siendo lo mismo que fue. Existe una continuidad absoluta e
ininterrumpida. ¿Qué es esta muerte, sino un accidente insignificante?
¿Tengo que estar fuera de tu
pensamiento porque esté fuera de tu vista? Solo me he ido a esperarte, durante
un intervalo, a un lugar muy próximo, a la vuelta de la esquina. Todo está
bien.
Todo está bien.
Rosamunde Pilcher - Septiembre
Un poco triste..Se me encogió el corazón al leerte..Cariños..Todo bien corazón? Besitos
ResponderEliminarGracias cielo. Sí no pasa nada. Es un texto que leí y me gustó mucho.
EliminarBesos.