La muerte no es nada. No cuenta. Sólo
me he ido a la habitación de al lado. Nada ha ocurrido. Todo sigue tal como
estaba. Yo soy yo y tú eres tú. Y la vida que vivimos juntos con tanto amor permanece
intacta, inmutable. Lo que fuimos el uno para el otro seguiremos siéndolo.
Llámame con el nombre de siempre. No cambies de tono. No adoptes un aire
solemne ni triste. Ríe como siempre reíamos de los chistes que nos gustaban a
los dos. Juega, sonríe, piensa en mí. Reza por mí. Deja que mi nombre sea esa
palabra amiga que siempre fue. Que sea pronunciado sin esfuerzo, sin que sobre
él se proyecte una sombra. La vida significa lo mismo que siempre significó.
Sigue siendo lo mismo que fue. Existe una continuidad absoluta e
ininterrumpida. ¿Qué es esta muerte, sino un accidente insignificante?
¿Tengo que estar fuera de tu
pensamiento porque esté fuera de tu vista? Solo me he ido a esperarte, durante
un intervalo, a un lugar muy próximo, a la vuelta de la esquina. Todo está
bien.
Hoy, Corazón de Canción, nos
ha recordado esta canción de Bruce Sprinhsteen.
Y hoy me siento sobrepasada,
alucinando de lo que está ocurriendo en esta España de feria. De feria barata
donde se insulta, se ofende, se divide, se señala al contrario y se desprecian
las ideas del otro. Y se abre la brecha entre regiones. Y los políticos a la greña
por ocupar un sillón, y mienten, y escandalizan, y quieren violencia, y
quieren... ¿guerra? ¿muertos?
Guerra
¿Para qué sirve?
Absolutamente para nada
Guerra
¿Para qué sirve?
Absolutamente para nada
La guerra es algo que
desprecio
porque supone la destrucción
de vidas inocentes
porque supone lágrimas en los
ojos de miles de madres
cuando sus hijos salen a
luchar para dar sus vidas