Día a día

No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies. Robert Louis Stevenson

lunes, 1 de abril de 2019

El Percance


Último día del mes de marzo. Preparando la comida de ese domingo. Abro el armario escurridor y al sacar una sartén... ¡la debacle, el caos!

La sartén, pesada y grande, se me escurre de las manos, en el intento de salir de ese armario, se lleva por delante dos vasos y todos los utensilios del exprimidor de fruta.

La maldita sartén rebota en el fregadero, choca con una cazuela, puesta al fuego en la placa vitrocerámica.

Salvo la sartén, salvo la cazuela y sobre todo me salvo de no quemarme con ella y su contenido, salvo parte de los utensilios del exprimidor, salvo los vasos... pero no me había percatado que en este rifirrafe había caído, también, un colador que en todo este trajín pisé sin darme cuenta, ha pasado a mejor vida  el pobre, y la placa vitrocerámica se ha encontrado con una grieta, que esta malvada sartén, en su afán de salir de un  armario escurridor, ha roto de rebote.

Un dedo de mi mano con un cardenal, que hasta ahora mismo, no sé cómo me lo he hecho.

Todo esto, contado así, es gracioso, pero el susto y el estruendo fueron morrocotudos.

Por cierto, el altercado no duró más de 5 segundos.