Día a día

No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies. Robert Louis Stevenson

lunes, 30 de septiembre de 2019

De boda

He asistido a una boda después de muchos años ¡Me ha encantado!

Ha sido emotiva, joven, divertida, festiva, amena.

Los novios, una pareja joven, hermosa, han ideado una celebración cercana, con notas de cariño hacia sus invitados.

Han tenido en cuenta a dos pequeños que cumplían años en ese mismo día; tenían un regalo para cada uno de ellos y una pequeña tarta para apagar las velas en ese momento tan especial.

Han celebrado que otras parejas, que están en la dulce espera de un hijo, con un detalle hermoso para cada una de ellas.

Se han acordado de las abuelas con una maravillosa orquídea y la emoción a raudales.

Ha sido emocionante el detalle hacia los padres, con un regalo, en ese día en que esos padres saben, que sus hijos, han elegido formar otra familia, no la de la sangre que viene impuesta con el nacimiento, sino la que cada uno, libremente, hemos formado con el compañero elegido.

Y ese detalle hermoso de la novia hacia su hermana y primas que han crecido juntas, que han vivido la emoción con esa niña-novia que va a comenzar una nueva vida.

¡Y qué música eligió la novia: Mi persona favorita de Alejandro Sanz!

A estas alturas de la celebración poca gente podía aguantar las lágrimas, de felicidad, de amor hacia estos jóvenes tan hermosos.

Y revoloteando por toda esta fiesta, Ángeles Celestiales que ya no están físicamente con nosotros, pero que estaban en el corazón de cada uno de los invitados y han velado y velaran por ellos y por nosotros ¡siempre!