Día a día

No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies. Robert Louis Stevenson

viernes, 27 de marzo de 2015

En la niebla



Aquella niebla que caía sobre los montes y los bosques, fría y densa, igualaba el mundo.

Los sonidos en esta niebla, se amortiguan, se hacen opacos, no van más allá de la propia niebla. Los bordes del paisaje se desdibujan y no parecen reales.

Me gusta la niebla. Pasear entre estas nubes bajas que hacen que el paisaje parezca una colcha recién tendida.

El ruido de las hojas muertas bajo las pisadas del paseante parece, a mis oídos, como si estuvieras volando, no hay norte ni sur, ni arriba ni abajo, solo la niebla.

El bosque se vuelve mágico, sus habitantes, quietos y serenos, te observan desde los matorrales, todo puede suceder, por un momento todos somos habitantes del mismo mundo.

Cuando la niebla empieza a ser opresora, cuando su frío te ha calado hasta los huesos y el cabello está empapado, cuando parece que te falta el aire, cuando comienza el miedo... un rayo de luz, tímido y blanco ha encontrado un hueco en ese colchón blanco.

La luz se abre camino, la niebla tiembla y se diluye, huye del fondo de los valles y de lo profundo del bosque. El sol vuelve a ganar la partida devolviéndole al entorno un aspecto fresco, frío y joven.

Pero por un momento, todo fue blanco.


martes, 24 de marzo de 2015

Recuerdos del pasado


ENSOÑACIÓN - Jesús Molina (1903 - 1968).

Caminando por lugares y calles del pasado. Paseando, sin pensar en nada, simplemente dejándome llevar por la melancolía del día, sin mirar, sin ver.

Lugares y personas casi olvidados, de otro tiempo, de otro pueblo. Y los recuerdos, esos duendes traviesos me hicieron volver. Me vi con quince años, llena de ilusiones y sueños, de inconsciencia juvenil, de alegría de vivir.

El primer amor; los bailes; la pandilla. La felicidad de estar juntos. Los primeros besos a escondidas, el roce de manos, las miradas emocionadas, arrebato juvenil.

Y de pronto, en aquel vagabundeo invernal, aquel paseo por el túnel del tiempo, a lo lejos le vi, con su paso rápido, con aquel tic -todavía- de su hombro al caminar, con su ceño fruncido, concentrado, como entonces...

Pasó, rápido, dejando una ráfaga de viento frío y recuerdos de adolescencia.

Que recuerdos cuando cruzas el espejo de Alicia.

Recuerdos…

“Y por más que tiempos felices
saquen a pasear de la mano,
los recuerdos suelen ser tristes
hijos, como son, del pasado,
de aquello que fue y ya no existe”.




miércoles, 4 de marzo de 2015

No rendirse


Y cuando parece que todo es negro, que nada merece la pena. Cuando el suelo falla a tus pies, cuando el miedo te invade, descubres este poema que te da un respiro.

No te rindas

Mario Benedetti

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo, porque yo te quiero.

martes, 3 de marzo de 2015

Perdonarme




He destruido todos los diarios, anotaciones, pensamientos que había ido escribiendo a lo largo de los años.

Ha sido como soltar un lastre, deshacerme de un peso agónico que me llevaba cuesta abajo. El rencor, el miedo, el dolor cada vez que releía esas páginas me hacía un daño insufrible.

Me he dado cuenta, ahora, después de tantos años, que todas mis frustraciones estaban plasmadas en esas páginas y día tras día, años tras año, eran las mismas quejas, los mismos llantos, el mismo rencor. No tenía ninguna solución, no creaba ninguna salida. Siempre lo mismo.

Nadie era culpable de ciertas situaciones excepto yo. Nadie te hace daño si tú eres fuerte, si tienes confianza en ti mismo, si sabes dónde vas y tienes claro tu camino.

Ninguna de estas cosas tenía yo. Y ha sido ahora, después de dejar de trabajar, de ser mayor, sí porque tengo cincuenta y muchos, cuando me he dado cuenta de que no podía continuar así.
Mi carácter se ha agriado por no saber poner coto a la tristeza, al rencor. Por no saber perdonarme y perdonar.

Lo último que quiero es ser una amargada, ya no para mi, si no para la gente que me ama, que ha estado y está conmigo sin pedir nada a cambio, amándome y sosteniéndome en los momentos más duros ; dando otro punto de vista, otro giro, otro ángulo para que yo pudiera ver la situación desde otro enfoque.

Por eso he destruido todo lo escrito. Destruir para renacer.

Y el alivio ha sido infinito.


La imagen:  A Breath of Wind - Dima Dmitriev